viernes, 17 de mayo de 2013

Una de aparente final.

Sin embargo a él se le consumía algo diferente entre los dedos. Algo más valioso que el cigarro de sus relatos, y que contamina más que el sucio alquitrán de éstos. Lo veía, lo sentía, y no podía hacer nada por aguntarlo en sus manos. El tiempo pasaba y cada segundo costaba. Intentaba aguantar la respiración como si, frenando el único reflejo vital que podemos controlar, el tiempo se quedase retenido en ese pequeño aliento sostenido. Era inutil. Pero lo intentó de nuevo.

Se acordó entonces de los suspiros. Aquellos que al principio oía salir de la boca de él, y que ahora salían de la suya. Siempre pensó que  cada vez que le oía significaba algo, que le salían de dentro, del alma por así decirlo; que eran producidos por una enorme sensación de placer al enocontrarse junto él, junto a ese chico. Un chico que desconocía el amor. Pero lo peor no es eso, sino que pensaba que sí que lo había conocido. Ya ves tú. ¿un poco ridículo,verdad? Pobre chico.

Parece que la tragedia le persiguía, él así lo pensaba, aunque también veía en ella algo bonito. La belleza de lo trágico. De lo imposible. Del querer y no poder. Se ve bonito desde fuera. Precioso. Pero no desde dentro. Ahora lo sabía.

Se acordó de que seguía sin respirar, pero quiso aguantar un poco más.
Le vinieron a la mente esas manos que solían buscar las suyas durante paseos más nocturnos que diurnos o en viajes más inesperados que planeados. Borró rápido esas imágenes. Se quedó con la mente en blanco. Mentira. No fue en blanco. Fue en verde.

Notó sus ojos humedos. Demasiadas lágrimas acumuladas. Presionó un poco los temblorosos párpados y notó bajar sus sentimientos cayendo por la cara. Le encantaba la sensación de llorar, ya lo había dicho algunas veces, decía que le fasinaba "como algo abstracto se convierte en físico y material". Solo le gustaba la manifestación del sentimiento, no el tipo de sentimiento que lo provocaba. Habría que ser estúpido para que le gustara eso. Había dos cosas que le gustaban mucho, llorar y sangrar de la nariz. Le gustaba llenar el lavabo de agua y ver las gotas de sangre caer y dibujar formas extrañas mientras se difuminaban lentamente.

Apareció una puerta en medio de sus pensamientos. Se extrañó. Pero estaba tranquilo. Demasiado. La curiosidad le invitó a entrar. No cerró del todo al entrar, llamalo intuición. Le vió de lejos, sonrió y lo observó. Aparentemete estaba no hacía nada, pero sabía que estaba haciendo de todo. No quiso acercarse y molestarle. Quizás no lo hacía, pero su desamueblada cabeza así lo pensaba. No era siempre bien recibido. No era siempre (bien) buscado. Aunque si que era siempre bien encontrado.
Notó que le miraba. Ahora si que le veía. Se acercaron y se saludaron con un beso en la boca como otras tantas veces. Siempre le sabía a poco ese beso, aunque nunca robaba más por no saber dónde guardarlos. Era genial que hicise colección de besos, de esta manera comparaba cómo evolucionaban lo que podrían ser los sentimientos de la otra persona. Los cuales, después del detenido estudio, ya sabían como eran. Con fecha de caducidad.
Estuvieron hablando, aunque no pronunciaban palabra alguna, estuvieron riendo aunque no se oyó ningun tipo de risa en toda la...habitación? No se había parado a pensar dónde se encontraba, y eso le puso un poco nervioso. Se dió la vuelta y fue hacia la puerta que ahora estaba cerrada. Se habría cerrado por algún tipo de acorde mal puesto cuando estuvieron tocando la guitarra. Quiso pedir ayuda, pero de repente estaba solo. Quiso calmarse y contar hasta 10, se dijo: "tranquilizate y respira hond..." Respirar. Se dió cuenta al instante y quiso llenar unos pulmones que hace ya un rato habian dejado de funcionar. ¿Cómo podía haberle pasado eso?

Se lo negó, como hacen las personas normalmente con aquello a lo que no quieren enfrentarse ni ver. No ver que no hay guitarra ni libro, que no hay futuro ni tragedia, que no hay lágrimas ni cigarros, que no hay aire ni suspiro... Que no hay tiempo.

viernes, 4 de enero de 2013

Una de año nuevo

Puede que la edad haya contado, la consciencia de hacer las cosas, las ganas de disfrutar el momento o incluso la banda sonora que sonaba de fondo, pero este año que acaba mañana, este dos mil doce ha sido uno de mis mejores años.

Reconozco que el mérito no es mío, sino de amistades infallables, incansables e inigualables, así como mi familia; de amores imposibles, de posibles pero no reales, incluso de nuevos; de volver del cambio, de cambiar para volver, de monedas extranjeras, hasta de extranjeros con monedas de cambio; de bailes perdidos en metros sin señal de radio, de lágrimas que acompañan a sonrisas eternas, de ralladuras de cabeza y limón, de miércoles en cámara lenta, de odas a la juventud bajo el sol y las estrellas juntos, de seguir buscando esos pies calientes, de aprender a ser buena persona sin llegar a ser tonto y de Usar a Alguien, o a todos, para ser feliz, devolviendo siempre ese mismo favor.

Por ésto y mucho más, quería que viniese el nuevo año, ya que puede ser tan bueno o mejor como el anterior. ¡FELIZ DOS MIL TRECE!

jueves, 19 de julio de 2012

Una de sinrazónperoconella.

Qué egoísta y estúpido pensar que te importaría. No yo. Las sábanas que un día arrugamos y quitamos con desdén, ya que impedían que nuestros cuerpos estuviesen más cerca, si aquello era posible de alguna manera. No yo. Las palabras que ahogaste en vano para salvar lo que entonces se conocía como amor. No yo. Las pequeñas marcas de luz en la pared, formadas por la persiana, que tanto te molestan, pero que tanto me gustan. No yo. Los litros de agua que empaparon las almas perdidas de una tarde de Agosto. No yo. Tú. Tu valor de decisión, tu no saber lo que quiero-pero-si, tu sonrisa, tu vengo y voy, tu droga, mi droga. No yo. No so. No Tros.


domingo, 15 de enero de 2012

Una de deshacer mosaicos.

De besos no dados en canciones eternas, de imágenes pasajeras en sueños no cumplidos, de colores flameantes con olores agradables, de vinos blancos diferentes mezclados en la misma copa, de sonrisas ladeadas en bailes jadeantes.

lunes, 9 de enero de 2012

Una de (prejuicio y) orgullo.

- ¿Quién sería el primero en descubrir el poder de la poesía para matar el amor?
- Yo creía que la poesía era el alimento del amor.
- De un amor sólido tal vez, pero si no es más que una ligera inclinación, un mal soneto lo mataría en el acto.


miércoles, 4 de enero de 2012

viernes, 30 de diciembre de 2011

Una de querer retornar.

De querer surgir de mis propias cenizas, las cuales se formaron al consumirme, quizás demasiado rápido, por mis sentimientos patéticos a la vez que frustrantes. Después de tanto tiempo, cambiaré mi forma de publicar, pero siguiendo la esencia de lo que me llevó a hacerme este blog: Decir, con varios adornos y no mucha metáfora, lo que siento y pienso.