viernes, 4 de enero de 2013

Una de año nuevo

Puede que la edad haya contado, la consciencia de hacer las cosas, las ganas de disfrutar el momento o incluso la banda sonora que sonaba de fondo, pero este año que acaba mañana, este dos mil doce ha sido uno de mis mejores años.

Reconozco que el mérito no es mío, sino de amistades infallables, incansables e inigualables, así como mi familia; de amores imposibles, de posibles pero no reales, incluso de nuevos; de volver del cambio, de cambiar para volver, de monedas extranjeras, hasta de extranjeros con monedas de cambio; de bailes perdidos en metros sin señal de radio, de lágrimas que acompañan a sonrisas eternas, de ralladuras de cabeza y limón, de miércoles en cámara lenta, de odas a la juventud bajo el sol y las estrellas juntos, de seguir buscando esos pies calientes, de aprender a ser buena persona sin llegar a ser tonto y de Usar a Alguien, o a todos, para ser feliz, devolviendo siempre ese mismo favor.

Por ésto y mucho más, quería que viniese el nuevo año, ya que puede ser tan bueno o mejor como el anterior. ¡FELIZ DOS MIL TRECE!

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